Cuevas en Mutitjulu, base de Uluru, enrojecido por la salida del sol.
El busito pasó por el hotel a las 5:00. Salimos del Resort hacia el parque y llegamos al "sunrise viewing area" donde había ya unos 20 buses de todos tamaños y varios cientos de turistas tomándose fotos. Por todos lados hay letreros indicando en dónde puede uno estar, y pidiendo no saltarse las cercas, no tomar licor, respetar y no publicar fotos, etc. El amanecer no fue tan espectacular como la puesta de sol de ayer. Sí fue interesante observar a los turistas, como este grupo de japoneses con sus banquitos y prolijas cajitas de desayuno. Nomás salió el sol, empacamos el buffet continental y salimos a darle la vuelta a Uluru, parando en lugares clave. Al pie de la piedrona hay varias cuevas que son sitios sagrados y no se pueden fotografiar, por ejemplo, a una iban las mujeres a llorar a los muertos y a tener a sus bebés. El Mutitjulu waterhole es un depósito natural de agua al pie de Uluru. La leyenda es que aquí llegó Kuniya, la serpiente pitón, buscando vengar la muerte de su sobrino muerto por Liru, una serpiente venenosa. Las dos culebras tuvieron una gran pelea, dejando marcas y rajaduras en Uluru. En una de las cuevas hay pinturas aborígenes... una turista japonesa me tomó la foto (y yo le tomé una con su mamá) en un raro momento que no había mucha gente.
En el Culture Center es estrictamente prohibido tomar fotos. Hay un centro de información, pasan un video sobre la cultura Anangu, ofrecen tours, venden souvenirs y arte aborigen: pinturas de puntos, lanzas, boomerangs para rituales (no de los que regresan), animales tallados de madera y decorados con pirograbado hecho con alambres calentados al rojo vivo en el fuego. La encargada de la tienda, una Piranpa, me explicó que usan madera de los árboles locales, en especial eucalipto y mulga, y que hoy justamente iban a salir las mujeres a recolectar madera para tallar. Pero no, no sé dónde están ahora, y no, no se les puede acompañar. Así que oímos un poco más sobre las leyendas de los aborígenes, pero sólo había uno dellos allí, dando una explicación sobre las lanzas y otros implementos que usaban antes. No hay forma de conocerlos en el presente, de saber cómo viven HOY, qué cosas les preocupan, si ven televisión, si usan Internet... Incluso del pasado, no dicen mucho: cómo se vestían? En qué tipo de vivienda pasaban la noche? Se enfocan en el pasado y la preservación del parque y hábitat para la fauna local. La pintura de la foto, por Jennifer Taylor, tiene como título "Working Together." El círculo central es el parque de Uluru/Kata Tjuta. Alrededor hay doce figuras: cuatro pares de Anangu (en café) y cuatro no-Anangu (en blanco). Este es la junta directiva que administra el parque. Alrededor del parque está un cerco protector, que simboliza las políticas que protegen al parque y sus visitantes. El cerco exterior tiene dos partes: Tjukurpa y el Environment Protection and Biodiversity Conservation Act. Los guardaparques, tanto Anangu (descalzos, conectados a la tierra) como no-Anangu (pies blancos, calzados, simbolizando la tradición científica europea) oyen y acatan las decisiones de la directiva. Y todo está rodeado por dunas y bushland.
Al regresar, visité la exhibición sobre el parque, en la oficina central de información del Resort. Tienen muestras de todos los animales invisibles del parque, incluyendo un canguro disecado como de 6 pies de alto. Interesante enterarme que el agua del hotel sale de pozos aquí mismo, y que reciclan el agua gris para regar los jardines, y que debemos tratar de no usar muchas toallas. Aquí me enteré de que el pájaro que me atacó afuera de mi cuarto (me picoteó la cabeza por defender a su pichón gritón al que yo estaba observando): piil-piilpa o yellow throated miner. Y entendí cómo creen que se formó Uluru y Kata-Tjuta, donde iré mañana. Saliendo de una tienda, noté una familia de aborígenes. Eran dos mujeres y un hombre, y dos niños pequeños. Parecían estar esperando que alguien llegara por ellos. Talvez hubiera podido acercarme a hablarles, pero... me sentí tan pre-regañada que casi ni pude voltear a verlos.
Me pasé el resto de la tarde leyendo el controversial libro de Henry Reynolds, Why weren't we told? A personal search for the truth about our history. Reynolds es un historiador australiano nacido en Tasmania. Cuenta cómo, durante toda su educación, básica y universitaria, nunca recibió ninguna clase enfocada en la historia aborigen de Australia. Y cómo descubrió que incluso los libros de historia serios no tocaban el tema. La historia de Australia parecía empezar con la llegada de los ingleses y otros europeos, y enfocarse únicamente en los esfuerzos dellos por colonizar el país, sin mencionar, más que a veces y de paso, el hecho de que los aborígenes tenían miles de años de estar viviendo allí. Él y su esposa (que fue senadora de Queensland) decidieron "hacer algo" por los aborígenes. Primero, intentaron ayudarlos como si fueran sus iguales. Me encantó lo sincero de este pasaje:
Coming into a racially divided society with good and no doubt naive intentions toward the Aborigines, we went out of our way to display our lack of prejudice, our colourblind virtue... taking the Aboriginal side in public debate... it was a prejudice none the less... Eventually, experience undermined simple attitudes and ready-made answers... It became obvious that there was almost as much variety and no greater virtue in the black community than there was in the white one. Increasingly, the individual personality came to seem more important than the collective identity (p. 50-51).
Reynolds se dedicó a estudiar la colonización de Australia, y fue descubriendo que el proceso no fue tan pacífico ni glorioso como a él le habían inculcado, sino que, según sus investigaciones, pasó por la muerte violenta de al menos 20,000 aborígenes en manos de los colonos, quienes, mejor armados, solían vengar la muerte de uno dellos con la de docenas de aborígenes. La postura oficial es que no hubo guerra. Sin embargo, Reynolds argumenta que como ningún colono nunca fue llevado a juicio por matar a un aborigen, tiene que haber habido otra justificación para tales asesinatos: tiene que haber sido una guerra no declarada. Reynolds narra cómo en el siglo XIX, en Inglaterra, se sentaron los precedentes legales para que los colonos usaran las tierras australianas con fines pastorales (crianza de ovejas) pero al mismo tiempo estaban obligados a dejar que los aborígenes usaran las tierras para cazar y vivir, de la manera nómada a la que estaban acostumbrados. Esto no pasó en la práctica, y dio lugar a la violencia y odio. Pero los precedentes legales son los que están sirviendo hoy de base en algunos casos para reinstaurar a los aborígenes en sus tierras. Otro pasaje fuerte:
I felt that my generation of Australians should have been told the truth about the border wars; about the pioneers' complicity in murder, abduction and rape; about the fear and hatred; about the way Australia was acquired.
I thought we should have been presented with a morally complex story, not one of facile triumphalism.
It should have been tragic rather than vainglorious. I think we could have dealt with that and in the process found Australian history both more challenging and more engaging (p.133)
El libro tampoco me abre una ventana para conocer a los aborígenes IMO, los humanos estamos evolucionando hacia eso: a poder dejar de ejercer la fuerza y ser capaces de negociar sin pasar sobre los derechos de los demás. Talvez en unos 7,000 años?
En la noche fui a una conferencia acerca de y bajo los cielos del sur. Fue interesante por dos razones: una, que nos llevaron fuera del compound, y gracias a la luz de la luna casi llena, vi pasar casas y jardines, donde me imagino que vive la gente que trabaja en/para el Resort. Y dos, a pesar del claro de luna, Ian el astrónomo nos mostró todas las constelaciones que se ven en este lado del mundo y la región donde podremos ver a la Cruz del Sur si nos levantamos temprano, o si queremos trasnochar, dijo, vénganse a Bob's Bar (dónde quedará?) y allí estaremos despidiendo a un colega hasta tarde y podemos salir a verla. Bueno, para reconocerla, se busca Canopus en dirección sur y son cinco estrellas tal como las que salen en la ventanita transparente que tienen todos los billetes australianos - por supuesto! Durante toda la charla, Ian usó los nombres y constelaciones griegas, le pregunté sobre las constelaciones y nombres de las estrellas según los aborígenes. Me dijo que no los conoce, que sí sabe algunas de las historias relacionadas con las estrellas pero que no puede contármelas porque son "masculinas". Y luego se acordó de un detalle interesante: donde están las Pléyades, los aborígenes también ven un grupo de siete mujeres, hermanas. Y a su lado, ven un hombre, cazador (Orión), y más al sur, un perro. Todo esto extrañamente coincide con la tradición griega. Increíble, no?