
Mi cabina quedó vacía, mis valijas listas. De madrugada se fueron la mayoría del
cabin y
galley crew, durante la mañana se fue la mayor parte del TSS
staff, despedida tras despedida tras despedida. Los ocho que quedamos almorzamos como pollos comprados, todos en la misma mesa, menú servido pues ya cerraron la estación de buffet. Llamé un taxi. Bajé a la hora acordada. Los de seguridad me ayudaron con mis valijas, nos despedimos y nos deseamos felices viajes. Dije mis adioses. Aquí es donde debería haber llorado a mares, pero no. La taxista se interesó en oír qué es TSS y cómo estuvo el viaje. O al menos, creo que le interesó, pero... cómo saber? Le pregunté si había muchos tulipanes y me dijo que no se ha dado cuenta.

Me llevó al hotel, me ayudó a bajar mis valijas, me dieron un cuarto en el piso 20 con una vista fantástica del puerto, que me he pasado horas observando! Sé que el Oceanic II debe haber zarpado as
per schedule, a las 16:00. Me comí todo lo rico que me ha hecho falta. Tengo Internet
wireless, ilimitado y veloz! En el
Muzikgebouw, los chicos del
Nederlands Studenten Kamerorkest brillaron y Cecilia Bernardini ejecutó el
concierto para violín de Bee
thoven con emoción y perfección... Este
post no puede llamarse "Sad in Amsterdam", porque el mundo es inmenso e impresionante. El viaje debe continuar!