Tuesday, April 1

The Cat is on the Mat

If at all possible,
one should arrive
and leave by water.

Laurence Kelly,
A Traveller's Companion to Istanbul.


Llegamos en la oscuridad fría de la madrugada. Qué razón tiene Kelly! Valió la pena el desvelo y congelarme en cubierta sombrada con mi primera visión titilante de Istanbul: la Mezquita Azul y Hagia Sophia, y luego la salida del sol llegando a la entrada del Bósforo y atracando en Tophane, rodeados de ferries, gaviotas, mezquitas, entre Asia y Europa. Al salir del puerto, nuestro primer encuentro con la cultura turca fue comiendo!: Rodrigo compró por $1 dos panes en forma de dona, cubiertos de ajonjolí (simits) a este vendedor callejero, quien por señas nos sugirió entrar a un café y acompañarlos con chai (té). Pero Rodrigo ya tenía hecho su research: almorzamos en el Istanbul Modern, el museo de arte moderno: un corazón gigante de alcachofa (enginar), unos mini-ravioles rellenos de cordero (manti) con salsa de yogurt, y un cuadro de una como lasagna (el típico börek), todas expresiones modernas de platos tradicionalmente locales. Rodrigo se tomó su primer café turco, hervido, pequeño y concentrado. Ya repuestos, nos dirigimos al sur, para pasar a la parte vieja de la ciudad. En el camino, arriates de tulipanes de todos colores y letreros anunciando, para esta semana, el festival de los tulipanes! Y las flores se ven intactas, como que todo el mundo las respeta y las deja en paz - interesante. Llegamos al puente Gálata, que cruza el "Golden Horn" (Cuerno de Oro), que parece la desembocadura de un río pero es un estuario, parte del Bósforo. La gran sorpresa para mí: cientos de hombres con cañas de pescar, algunas con siete anzuelos, totalmente concentrados en atrapar pequeñas sardinas (istavrit) que se llevan, vivas, en enormes botes de yogurt. Según Richard Carriero, pescan para comer. Y algunos pescadores también alquilan cañas y venden carnada, y vemos a tres chavos con planta de turistas probando suerte. Abajo, pasan constantemente los famosos ferries que conectan los distintos barrios de la ciudad: de Karaköy a Kadaköy a la parte antigua y arriba y abajo del Cuerno y del Bósforo. Pasamos el puente y nos encontramos con miles de gentes - y docenas de gatos - moviéndose a través del mercado de especies. Nos llama la atención la falta de "agentes de seguridad" o sistemas de seguridad y al contrario, sentimos un alto nivel de confianza, desde cómo presentan la mercadería en puestos abiertos, incluso en el gran bazar. Por momentos me sentí de nuevo en la India: where are you from? Ah, cómo está? Let me show you my cousin's carpet shop! Rodrigo encuentra la tienda de telas que quería ver, donde presenciamos una animadísima negociación entre el tendero y una señora que hable entre griego, italiano y turco y que quiere y demanda una buena rebaja. Al fin, se ponen de acuerdo y se lleva sus telas. Gatos frente y en las tiendas, en los callejones, revisando la basura, dormidos frente a las puertas y ventanas, en todos lados, gatos de todos colores y personalidades. Más adentro, en una tienda de pulseras y collares, una turista angloparlante que apenas habrá cumplido la mayoría de edad, canche y con una gran bufanda rosada, expresa efusivamente que quiere algo "Pink and Big! Pink and Big!". En Kazazlar Sokak, un turista español improvisa una pieza animada en guitarra acompañado de los dos encargados de la tienda, que tocan baglama (parecida a una mandolina) y tef (pandereta?). Compramos 1 libra de baklavas y turkish delights en Baklavaci Acemoglu y más adelante, en un puesto de la calle, le pido al patojo (que tendría 14 años) un jugo de granada, y lo exprime allí mismo con una maquinita ingeniosa. El jugo sabe rico, concentrado, un tanto amargo y con restos de naranja del jugo que sacó a su cliente anterior. Seguimos bajando por Divanyolu Caddesi, con el sol poniente y justo a tiempo para el adhan, el llamado a la oración al que se suman todas las mezquitas, que empieza Allah Akbar... Allah Akbar (Dios es más grande, Dios es más grande). Nos quedamos en este parquecito, taking in the moment. Seguimos, ya a oscuras, y cada vez con más friíto. Rodrigo no pudo resistirse a las castañas recién tostadas en un puestecito a la orilla del río. Pasamos viendo los restaurantes del primer nivel del puente Gálata - como si fueran alfombras, varios jaladores trataron de vendernos la idea de comer pescado etc. en sus respectivos restaurantes, en español, francés, inglés y portugués. Pero seguimos, pasamos el puente, cruzamos Karaköy, y llegamos a los cafés que están afuera del Istanbul Modern, donde nos comimos un par de gözlemes, con queso y espinaca (?) y hechos allí mismo a la orden mientras el gato local nos ronroneaba. En un café, nos encontramos a Cherine y Amanda con un grupo de estudiantes. Ya se habían terminado sus tés y nargila (pipa de agua), así que se fueron pronto. Rodrigo y yo nos quedamos y nos sentimos puros locales, jugando backgammon, tomando té tras dulce té y fumando nuestra propia nargila!

AP.