Sunday, February 17

Say Shells

Cómo aprovechar 36 horas en las Say Shells? Fui la primera en bajarme! Saliendo del barco empieza la sudadera tropical. Sports Derek y yo caminamos hacia el centro de Victoria, rodeados de la fauna y flora local: unos pajaritos del tamaño de un coronadito, pero intensamente rojos, con anteojos negros y nada tímidos; lagartijas brillantes color café oscuro, caracoles gigantes en los arriates, palomitas grises (que equivalen a los zanates de aquí); ficus inmensos, unos matochos llenos de flores amarillas (laburnum?), montañas verdes verdes y cubiertas de neblina. Seychelles tiene sólo 80,000 habitantes, y Lonely Planet dice que esta es la ciudad capital más pequeña del mundo. No lo dudo, porque el centro tiene diez calles y se recorre en cinco minutos. Por ser domingo, todo estaba cerrado y en silencio, a excepción de la catedral de St. Paul's (anglicana) y una iglesia pentecostal donde había servicios y entusiastas cánticos.

Derek se fue a buscar una bicicleta para darle la vuelta a la isla, y yo caminé hacia "las afueras", al jardín botánico. A diferencia de la India o la China, donde uno como turista llama tanto la atención, aquí todos parecían oblivious a mi presencia. Como si no me vieran. Ni siquiera los encargados de las tienditas de souvenirs hacían intento de ofrecerme conchas o postales o pareos seychelosos. La entrada al jardín botánico costó 5 euros o 5 dólares. Hm... Primero, fui a ver las famosas palmeras Coco de Mer (lodoicea maldivica), únicas en las Seychelles, en especial en la isla de Praslin, donde crecen protegidas en un UNESCO World Heritage Site. La palmera macho florece y esparce su polen, y la palmera hembra se llena de cocotes dobles que pesan hasta 60 libras cada uno. También visité a las tortugas gigantes, que sólo se encuentran en dos lugares del mundo: las Islas Galápagos y en las Seychelles, en especial en la isla de Aldabra. El jardín empezó hace un siglo como un repositorio vivo de plantas útiles, como especies y árboles frutales y maderables, nativos y de todo el mundo: hay Asoka trees (saraca indica) de los que ví en la India; cannonball tree (couroupita guianeensis) que vimos en Tailandia, y el misterioso enredo de flores verdiazules de la exhibición de orquídeas de Sydney lo llaman jade plant (strongylodon macrobotyris). Y también hay ceibas! El jardín está bien cuidado y limpio, y todas las palmeras y árboles bien señalizados, aunque sí medio perdí el rumbo entre los ficuses gigantes llenos de murciélagos fruteros.

De allí, un taxi al aeropuerto, Dixie Chicks/country en la sala de espera y un twin otter bien potreado de Seychelles Airlines nos trasladó a mí y a otros seis visitantes a Bird Island. La dueña nos recibió: a mí de apretón de manos, a los demás a la manera francesa de un besito en cada cachete, y es que se conocen bien: de 20 bungalows, al menos 15 estaban ocupados por repitentes. Algunos han venido 3, 6, 12, y hasta 18 veces a tomar aquí vacaciones anuales extendidas - léase 2, 3, 6, 12 semanas! Será el embrujo tropical o gri-gri (voodoo local)? El lugar es ecofriendly, o sea: no hay TV, ni música, ni radio, ni aire acondicionado, ni piscina, ni Internet (al menos para los huéspedes), ni llave en las puertas, pero sí hay bicicletas, luz (planta propia), agua semi-dulce, comida rica, y cocos fríos. Al lado de recepción está la biblioteca. Eso! Esperaba prestar algún libro sobre la fauna local, pero lo que hay son más de 1,000 novelas en inglés, francés, alemán, y ruso, principalmente donadas por huéspedes y en muy buen estado. Así que compré una guía sobre los pájaros seychelianos, hice una cita con el naturalista, Roby, para mañana, y me fui a darle la vuelta a pie a toda la isla. Me tardé varias horas, saboreando el paisaje... qué playas!