Wednesday, February 27

Con vivir

Mini déjà vu estilo Shanghai: por neblina, nuestra entrada al puerto de Cape Town se retrasó más de tres horas. Y cuando al fin doqueamos, no pudimos disfrutar de la famosa vista de la ciudad al pie de Table Top Mountain que quedó escondida tras las nubes. Karin, la guía de turismo asignada al AFP de Global Cultures and Social Change, aseguró que si el día estuviera como estuvo ayer, y anteayer, y anteanteayer, veríamos un cielo profundamente azul y la montaña justo allí. Hace 80 años, un viajero llamado A.W. Wells describió a Cape Town como a long, straggling series of suburbs, stretching for nearly thirty miles, clinging mainly to the seashore and dipping inland a little only when the mountain will allow it. Sí, el mar y la montaña son dos presencias constantes. Una de las calles principales del centro, Strand, se llama así porque justamente allí estaba la playa antes de que rellenaran el puerto, "reclamando" tierra al estilo holandés. La ciudad hoy ocupa 2,500 km cuadrados. La población actual es de más de 3 millones, y de acuerdo con Wikipedia: Coloured people account for 48.13% of the population, followed by Black Africans at 31%, Whites at 18.75%, and Asians at 1.43%. Reléase la anterior oración para empezar a apreciar los porcentajes y las diferencias raciales establecidas en este país.

Primero, caminamos por el área llamada Gardens, donde hace 300 años cultivaban frutas y verduras para suplir a los barcos que iban y venían entre Europa y Asia. Ahora es un jardín botánico y parque público que rodea al parlamento, la casa presidencial (invitado du jour, Monsieur Sarkozy), la biblioteca nacional, un planetario, museos, y otros edificios públicos. En su centro encontramos esta estatua de Cecil Rhodes, quien consolidó la diamantina De Beer Mining Company, fundó su propio país (Rhodesia, actualmente Zambia y Zimbabwe), y póstumamente benefactó a muchos famosos (como James H. Billington, bibliotecario del congreso de USA y Bill Clinton, Presidente) a través de las prestigiosas Rhodes Scholarships. En 1896, Mark Twain visitó la mina de diamantes en Kimberley, fascinado porque no fueron los nativos sino el hombre blanco el que "descubrió" y explotó esta riqueza, y cuestionó si Rhodes era el patriota y estadista adorado por multitudes o el mismo Satanás: Mr. Rhodes is... the most imposing figure in the British empire outside of England. When he stands on the Cape of Good Hope, his shadow falls to the Zambesi. ... I admire him, I frankly confess it; and when his time comes I shall buy a piece of the rope for a keepsake. Pero Rhodes murió por causas naturales tras vivir intensamente poco menos de 50 años.

Ibrahim, en la foto, nos acompañó por el resto de la mañana. Se acomodó con todo placer en esta banca marcada "Whites Only", algo que hace dos décadas no podría haber hecho. Y nos habló largo y tendido sobre los tiempos del apartheid. La segregación oficial de los no-blancos se instauró oficialmente en 1948 a través de una serie de decretos, como el registro obligatorio de la raza de cada persona, la prohibición legal de matrimonio entre razas, la fundación de universidades separadas por raza, la división del país en homelands y la prohibición de visitar otro homeland sin un pase o permiso especial. La banca en cuestión es un ejemplo del día a día en la separación en los servicios públicos: según Ibrahim, habría varias bancas para blancos de un lado de la calle, y del otro lado, quizás una banca en mal estado para los no-blancos. P.J. O'Rourke captura y transmite el meollo del asunto en su ensayo "In Whitest Africa", publicado por Rolling Stone en 1986: "Everywhere you go in the world, somedody's raping women, expelling ethnic Chinese, enslaving stone-age tribesmen, shooting Communists, rounding up Jews, kidnapping Americans, setting fire to Sikhs, keeping Catholics out of country clubs... The problem with South Africans is they admit it. They don't say, like the French, Algerians have a legal right to live in the sixteenth arrondisement, but they can't afford to. They don't say, like the Israelis, Arabs have a legal right to live in West Jerusalem, but they're afraid to. They don't say, like the Americans, Indians have a legal right to live in Ohio, but, oops, we killed them all. The South Africans just say, F*** you. We're bigots. We hate them for this. And we're going to hold indignant demonstrations and make our universities sell all their Krugerrands until the South Africans learn to stand up and lie like white men."

Ibrahim nos llevó a caminar por Bo-Kaap, el área donde vivían los carpinteros y constructores malayos que fueron traídos acá desde Indonesia, como esclavos, por los holandeses del siglo XVII. Según él, cuando a los esclavos se les permitió ser propietarios de sus casas, las pintaron de colores brillantes como expresión de libertad. Nota bene, otra guía nos dijo que los colores servían una función práctica: "llegate a mi casa, es la verde perico." Ibrahim nos mostró la mezquita, construida en 1794, donde se guarda una copia del Corán escrita a mano y de memoria "con todos los puntos y comas" por un santo musulmán. Nos explicó que este barrio sobrevivió la época de apartheid porque sus vecinos eran muy religiosos, y como los blancos también se preciaban de serlo, los dejaron en paz. De hecho, en el barrio llamado District Six vivía gente de color, musulmanes, negros, asiáticos, hasta que fue declarado como área exclusiva para blancos. Más de 60,000 personas tuvieron que salir de allí. Botaron todas las casas, pero respetaron las iglesias y mezquitas. Y es hasta ahora, 14 años después del fin oficial del apartheid, que está empezando la devolución de sus propiedades a las familias desplazadas. En teoría, Sudáfrica ha visto un cambio tremendo que no parecería posible para tan poco tiempo. Según discutimos con Nancy, esta transición pacífica fue posible gracias a la política de perdón y reconciliación de Mandela. Pero qué puede hacerse para re-integrar físicamente a este lado de Cape Town a millones y millones de personas que ahora viven prácticamente fuera del mapa?

Ibrahim nos recordó varias veces que lo más importante del recorrido sería el almuerzo, al cual nos llevó a las 12:30 en punto. "Biesmiellah" (gracias a Allah) es un pequeño pero bien recomendado restaurante malay familiar. La dueña nos fue explicando el menú: samosas de carne y vegetarianas, rollitos de pollo fritos, bolitas de papa con especies, curries de pollo y de carnero, arroz con azafrán, y un fresco de frutas, espeso y rico, de composición secreta ("it's all fresh fruit we squeeze ourselves.")

Sudáfrica es el único lugar que no sólo vendía sino también compraba esclavos, nos informó en la tarde Melissa E. Steyn, profesora de comunicaciones de la Universidad de Cape Town (UCT), tataranieta del head stone mason que construyó el edificio "más antiguo de Sudáfrica" y autora de Whiteness Just Isn't What It Used to Be (SUNY Press, 2001). En su libro, explora el hecho de que los blancos en SA siempre han pensado que lo normal es ser blanco y discute las consecuencias que tiene para esta minoría verse obligados a cambiar esa perspectiva. El poder político está ahora en manos de la mayoría negra. Económicamente, el poder lo tienen los blancos. Insistió que encuentra irónico que nadie hubiera pensado en esto mucho tiempo antes, incluso ella, viniendo de una familia progresista a pesar de ser blanca, no lo pensó hasta que salió del país y... cambió de perspectiva.

Me escapé para buscar la biblioteca. El conserje me mostró dónde tomar el shuttle correcto para llegar al Upper Campus y un estudiante alemán que está acá de intercambio por un semestre amablemente me llevó hasta la entrada de la Biblioteca. Conocí alli a la directora de servicios, Anita Visser, y a la coordinadora de eResources, Caroline Dean (derecha, en la foto). Ambas me hablaron de la necesidad que hay en SA de formar investigadores, y de los cambios que tienen que hacer en la biblioteca para servirlos mejor. Y ambas me aseguraron que estarían esperando a nuestros estudiantes para ayudarlos en todo lo que fuera posible. Espero que los chicos de TSS aprovechen esta excelente biblioteca, porque aunque no tendrán acceso a recursos digitales, las colecciones impresas son justo lo que necesitan. Y que traigan sus cartas de presentación, porque para entrar hay dos opciones: pasar por una tranca que se activa sólo con carnet válido de UCT, o negociar explicatoriamente con un guardia apostado bajo cinco letreros con cinco explicaciones de por qué es absolutamente necesario tener carnet válido para entrar. Aún así, hice cola detrás de un joven y su amiga, la cual no tenía carnet y pretendía entrar como "acompañante" de él. La biblio usa Dewey, y tienen subdivida la colección en tres grandes áreas y por nivel: humanidades, ciencia e ingeniería, y comercio. El edificio tiene menos de 10 años, huele bien (o sea, ni a polvo ni a moho a pesar de las alfombras y aire acondicionado), tiene buena iluminación y estaba bastante concurrido ("acaba de empezar el año, pienso que aún están muy entusiasmados", me dijo una bibliotecaria) pero aún así, la bulla no es exagerada. Talvez ayuda el banner de la entrada, que grita en rojo y blanco: "You are NOW in the library. PLEASE BE QUIET." Y en la parte de atrás, o sea, visible cuando uno va de salida, nos recuerda: "You are STILL in the library. PLEASE BE QUIET". Esta área de la entrada tiene ruido relativo, conté aprox. 200 puestos de estudio, además hay computadoras de uso controlado por usuario y password, y están circulación y fotocopiadoras. Y el espacio es abierto, ya que parte del segundo nivel es sólo un mezzanine, lo cual abre la iluminación natural a los dos pisos y crea un espacio agradable para la lectura. Aparte, hay "zonas de silencio." Adjunta al mismo edificio está la antigua biblioteca, que ahora es la African Studies Library, con un salón de lectura de techo alto y grandes mesas de madera. Me sorprendió el uso de telas típicas de colores, algunas incluso con el retrato de Mandela, para recubrir los topes de los anaqueles y el mostrador de circulación.

Caminando por el campus noté un mix racial como no había visto ni en el puerto, ni en el centro, ni en Bo Kaap. Frente a Jameson Hall, la plaza es punto de reunión, y en general sentí un ambiente intenso, ruidoso, de mucho movimiento, todos muy alertas y algunos estudiantes incluso con actitud retadora. No pretendo entender la dinámica social, sólo pienso que será en ambientes así, donde la nueva generación tenga oportunidad de conocerse y con vivir, que podrá darse un cambio de actitud duradero. De regreso, estaba aclarando y tuvimos nuestras primeras vistas de la famosa montaña, y ahora sí, desde la ventana de mi cabina, sí que tengo la mejor vista: el puerto y Table Mountain, con su "mantel" se neblina. En la noche, salimos para despedir de soltera a Kerstin, en un restaurante "italiano" de mariscos en el mismo muelle. Todo nos supo a gloria!