Sydney, the Harbour City!
33.9˚S. 151.2˚E.
El día fue perfecto. Entramos a Sydney al amanecer de un domingo soleado, con docenas de veleros apurados en salir al mar para aprovechar el día lo más posible. Carolyn, la esposa del Dr. Graeme Aplin (visiting scholar) me fue narrando: Macquarie lighthouse, the Gap, South Head, North Head y Manly Beach, Middle Head; Shark Island, Taronga (el zoológico), Fort Denison, la casa del Primer Ministro, pasamos frente a la Opera House y bajo el famoso puente de Sydney, mientras los estudiantes australianos gritaban emocionados su porra: Aussie ! Aussie! Aussie! Oi! Oi! Oi! Parqueamos en Millers Point, con excelente vista al puente y puerto.
A las 7:45 en punto tuvimos una reunión para llenar todos juntos el "landing card", en la cual juramos que NO a las preguntas normales, como que NO estamos entrando comida de ningún tipo a Australia, pero tampoco souvenirs hechos de productos naturales, incluyendo madera (!). Cuatro oficiales de inmigración se instalaron en el escenario del International Lounge y revisaron los pasaportes uno por uno, para verificar que la foto realmente correspondía a la persona (es el único país donde han hecho tal cosa - en NZ sólo revisaron como 10 al azar), y cuando finalmente terminaron, declararon que "the ship is cleared" y abajo todos! Leo me firmó las cartas de presentación para los 32 estudiantes que se interesaron en ir a la State Library of New South Wales para hacer investigación. Ojalá aprovechen, aunque sea unos pocos. También mandé a UTS la lista de 18 estudiantes que están interesados en usar esas colecciones. A ver cuántos van también.
Y salí, primero a desayunar, y a caminar en dirección al puente. Qué ciudad más bonita, y qué cantidad de gente disfrutándola. En una pequeña área había más de 20 tabla-velas en acción. En otra bahía, más de 100 veleros en movimiento. Lanchas de todos tamaños, ferries y barcos de carga, saliendo y entrando del puerto. En la orilla, novias y sus damas tomándose fotos con el puente o la ópera en el fondo, turistas tomándoles fotos a las novias y su entourage, cientos de aussies cantineando y tomando cerveza al lado de la Opera, marineros comiendo el anhelado Mac mientras ibises y gaviotas peleaban a gritos y picotazos los sobrantes en los basureros, mamás con bebés en sus carruajitos, y un grupo de TSS: subiéndonos al puente!
El famoso "bridge climb" es un well orchestrated affair. Dura aprox. 3 horas y sí, esos pelitos que se ven sobre el arco superior del puente podríamos ser nosotros :-) Primero, lo animan a uno: la temperatura es ideal, día claro, visibilidad óptima. Nos hicieron firmar un waiver de letra menuda y llenar el nombre que queremos en el "certificado" de ascenso usando un formulario de esos que traen circulitos para rellenar. Luego, le explican a uno que en todo momento uno va a estar amarrado al puente, así que siempre estaremos seguros. Tienen una política de cero tolerancia al alcohol, o sea, 0% de alcohol sanguíneo o no se puede participar - y no devuelven ni un centavo de lo que uno ya pagó. Así que todos contamos, one-two-three-four-five en el breathalyzer. Luego, a cambiarse: nos dieron un overall que nos pusimos en lugar de la ropa que llevábamos. La chinita / perdón, la asistente que nos lo dio nos pidió que antes de ponérnoslo, revisáramos que en la espalda el overall tuviera dos argollas de metal. Son muy importantes, dijo, porque allí va a ir prendido su paracaídas ;-) Nos pidieron dejar guardado en el locker todo: aretes y collares muy grandes, billeteras, chalecos (es un día de puro sol), teléfonos, cámaras-- así que no más fotos; sólo anteojos oscuros y la llave del locker. Luego nos pidieron subirnos las mangas (por si llevábamos algo?) y pasamos por un detector de metales. El arnés es un cincho donde va colgada una pieza especial que se engrampa al cable de acero que marca todo el recorrido por el puente. En el arnés también va un radio para ir oyendo la explicación de la caminata. Y en las dos famosas argollas, van prendidos con clips especiales los audífonos, los anteojos, un hule especial para agarrarse el pelo, y cualquier otra cosa que uno lleve: la guía tenía chapstick y una bolsita con una cámara y quién sabe qué más. Lo más interesante es que han pensado en todos los detalles. Tienen disponibles gorritas por si uno quiere ponerse una, son ajustables y como los overoles, están perfectamente limpias; también hay pañuelos de tela con un elástico en una esquina, para llevarlas en la muñeca. Ya equipados y "accesorizados", nos subieron a una tarima que simula las graditas reales del puente. Allí practicamos a anclarnos y jalar el cable. Perfecto! De allí al puente. Debemos haber subido miles de gradas. Perdí la cuenta, porque la vista es impactante: la casa de Opera, la salida al mar, los cientos de veleros, el centro de Sydney, las áreas elegantes (con apartamentos de $20 millones c/u), el puerto de cruceros. Una vez arriba, nos tomaron varias fotos. Como no dejar llevar cámara, tienen el monopolio fotográfico, lo cual les permite cobrar $16 por UNA foto 5x7"... y si uno la quiere en CD en lugar de impresa, $25 por UNA foto. Al menos el precio de la excursión incluye UNA foto de grupo. Y allí estamos, con TSS al fondo en el puerto!! Ni falta decir que la desvestida es igual de eficiente que la preparada, todo va quedando en su lugar. Donde si creo que se pasaron de listos fue que nos dieron una toallita con alcohol para sanitizar los audífonos.
Para terminar perfectamente bien el día, una vuelta por la casa de Opera y una comida deliciosa de camarones, finalizando con una bomba de chocolate y un capuccino. Ahhhhh, comida de verdad!! Al regresar al barco, ya a medio atardecer, noté unos pájaros algo extraños volando sobre el barco. Pero no eran pájaros, ni Superman, sino flying foxes, unos murciélagos bastante grandes y gordos pero por suerte no carnívoros sino frutívoros. Y mientras escribo esto afuera, en la cubierta de Lido, disfruto de la misma vista del puerto que John Travolta en su apartamento de enfrente, sólo que a un precio nada astronómico. Qué vida :-)