Saturday, October 6

Día 32 - Panamá

Hicimos el viaje de rigor en shuttle a Allbrook, y allí tomamos un taxi que nos llevó a dar interminables vueltas con el AC a full por la Panamá Vieja, buscando el restaurante "El Trapiche" de Vía Cincuentenario. Nada. Así que nos llevó al más conocido en la Vía Argentina, y allí nos dijeron que el otro cerró hace cinco años... estos de Footprint! "Desayunamos" carimañolas, zancocho, patacones, huevos, frijoles, hojaldre (un pan plain frito), langostinos (camarones) y flan de postre. Todo muy rico y no caro; súper recomendable!! Nos subimos a un taxi y le pedimos que nos llevara a Amador, pero el taxista no se veía muy seguro de podernos o querernos llevar, "no está en mi ruta, yo me muevo más por acá dentro", y nos dejó en frente del supermercado REY para que probáramos con otro. Aprovechamos a entrar: enorme, de todo y buenos precios, y me aprovisioné de galletas, dulces y un par de toronjas.

De allí sí logramos un taxi a Amador, también conocido como "el Cósuei" (Causeway), que une la tierra firme a tres islas: Naos, Perico, y Flamenco. Paramos brevemente para ver el sitio donde están empezando la construcción del museo de la Biodiversidad, diseñado por Frank Gehry, y nos quedamos más adelante de las oficinas y laboratorios del Smithsonian Research Institute, donde salen las lanchas a Isla Taboga y Contadora y hay varios restaurantes y la entrada del "Punta Culebra Nature Center" en la isla Naos, que administra el Smithsonian.

El staff de Punta Culebra nos impresionó desde la misma entrada: la encargada nos cobró rápidamente los $2 por cada uno, y muy amablemente el guardia nos explicó por dónde seguir. Más adelante, dos asistentes nos motivaron para entrar a los exhibits. El primero era un mockup del interior de un submarino, diseñado con actividades educacionales para niños, con películas, muestras de peces, y una venta de stickers, libritos y souvenirs. El "supermercado del mar" tiene productos reales, como un bote de helado, y al escanear el código de barras, sale en la pantalla qué productos marinos contiene (como sal y algas marinas). La guía nos contó que este "submarino" tiene menos de un año, y que anualmente vienen unos 25,000 escolares de visita. El otro exhibit era un salón más plain con fotos y explicaciones sobre los peces de Panamá.

Afuera, cada poco había letreros educativos con pequeños quizzes, por ejemplo éste que dice, "De dónde viene la arena?" con muestras de arena volcánica, de coral, y de piedra. Me recordó los letreros en el Biotopo del Quetzal, que dicen "De dónde viene el agua?" Yo que andaba buscando una playa de fácil acceso, me alegré al ver una pequeña, bien limpia - pero el letrero en la entrada pedía no pasar a menos que uno fuera con un guía. Lástima no tengo foto del letrero, tenía pintado un cangrejito - pero les cuento más sobre esto más abajo.

En un estanque abierto tienen un par de tortugas de Carey, un tiburón, peces globo y peces cirujano, y al lado, dos estanques pequeños con estrellas de mar, erizos, y pepinos de mar, todo para tocar. La encargada nos pide lavarnos las manos y nos explica cómo agarrar cada animal: con cuidado :-) Todos los encargados nos tienen paciencia y sonríen. Parecía que iba a llover, así que entramos al kiosko de la punta, donde hay acuarios con peces del Atlántico y del Pacífico. Salimos a la veranda, y a lo lejos, se veía llover sobre las islas, pero allí mismo estaba re rico: brisa tibia, poco sol... nos echamos una siesta deliciosa!

Al raaato, salimos vía el "bosque tropical seco", bien señalizado, y llegamos al paseo de las thunbergias (serán?) llenas de flores, que nos llevaba de regreso a la entrada, ahora "salida". Estaba oscureciendo y lloviznando suavecito. La encargada de la garita nos vio acercarnos, salió y nos pregunta "Ya lo vieron?" Ver qué? "Arriba!" Colgado de la malla que sostiene los enredos va un oso perezoso, deliberadamente avanzando de flor en flor, y comiéndoselas con gran gusto. Nos quedamos fascinados viéndolo, en eso llega un señor de shorts, barba, gringo, con gafete de empleado y nos dice, "Miren, allá viene otro, qué bueno que los vieron porque rara vez salen hasta acá!" Switcheamos a inglés, y nos quedamos platicando un buen rato con él. Le comentamos que nos gustó mucho el lugar, y que todo el staff nos atendió de una manera excepcionalmente entusiasta. Se alegra y se ve orgulloso, dice que todos reciben training especial para atención a los visitantes. Resultó ser el director de Punta Culebra, John Christy. Venía de la playa, donde lleva a cabo su research: observar los hábitos de mating de pequeños cangrejos (fiddler crabs) . Es un mini-mundo fascinante: el macho construye una cueva, marca la entrada con un túmulo de arena, y sale a que lo vean las hembras. Según Christy, la hembra decide acercarse a uno de los machos basándose en su instinto de sobrevivencia: para los cangrejos es importante tener un lugar dónde esconderse de los pájaros depredadores. Así que los tumulitos de arena son un factor clave en su decisión. Una vez entra a la madriguera de un macho y se aparean, el macho espera a que los huevos nazcan y luego se va, dejando a la hembra a cargo. Y todos estos behaviours caben en una cabecita de pocos milímetros!

Regresamos a cenar al barco, y de allí tomamos el shuttle en la ruta nocturna: Calle Uruguay, donde vemos gente joven parrandera y tomamos margaritas libanesas.