Sunday, April 6

Fires and Ruins

Durante un rápido des-ayuno en Starbucks con MdC (será relativamente caro y no tan auténtico como un café turco, pero está conveniently located al lado del tram de Findikli) (y además están featuring café de Guotomla :-) decidimos irnos en tram hasta Pazartekke y de allí caminar a lo largo de las murallas hasta St. Savior in Chora, considerada una de las iglesias bizantinas mejor conservadas. El tram nos sacó de la "zona cómoda" a Fatih, una parte de la ciudad poco transitada por turistas. Nos bajamos en la estación de Pazartekke y caminamos unas tres cuadras a las murallas, específicamente a la abertura en las mismas que fue la puerta de San Romanus, ahora conocida como Topkapi (Puerta del Cañón), ya que este fue el punto justo que atacaron los otomanos a cañonazos en 1453 cuando tomaron la ciudad (diagrama). Seguimos caminando al pie de las murallas, testigas de 1,500 años de historia, en dirección al Cuerno de Oro. Antes del ataque otomán, dos monjes, Manuel Giagari y Neophytus de Rhodes, habían aceptado la tarea de reforzar las murallas pero sólo enterraron su pago (miles de piezas de oro). Cuando terminó el sitio de 1453, el sultán reparó las murallas y siguieron en uso varios siglos más. Irónicamente, las reparaciones que hizo el gobierno en los 1980s no aguantaron el terremoto de 1999, pero las murallas originales siguen de pie. Se las considera uno de los "most remarkable standing remains from the ancient Mediterranean world".

Poco antes de llegar a la mezquita de Mihrimah, pasamos un área de demolición. Casa tras casa abandonada y en ruinas. Detalle curioso: todas las puertas y ventanas numeradas, como si fueran a conservarlas, o talvez sólo las inventariaron para propósitos estadísticos. Saber. Talvez están haciendo espacio para nuevas casas o algún otro proyecto... Hace unos siglos, dice Orhan Pamuk, era el fuego el que le daban forma a la ciudad: miles de casas, todas de madera, se consumían en incendios que podían durar meses. Esto re-abría los espacios alrededor de las mezquitas. En los 1950s y 1980s, el gobierno hizo planes para ampliar calles y avenidas, arrasando con varios barrios tradicionales de Istanbul. Y aunque las viviendas tradicionales estuvieran protegidos, dice Pamuk, frecuentemente los mismos dueños hallaban la manera de botarlos para poder construir edificios modernos de apartamentos. Pero pasa, todo pasa, según Pamuk: First we lose a memory, but we know we've lost it and we want it back. Then we forget we have forgotten it, and the city can no longer remember its own past. The ruins that cause us such pain and open the road to forgetfulness become, in the end, the lots on which others can found new dreams. ("Fires and Ruins", capítulo 23 de Other Colours: Essays and a Story, 2007.)

Unos tres kilómetros de caminar, y según el mapa nos pasamos de la St. Savior. Vamos regresando, pero dejando atrás las murallas, pasando entre casas y pequeños edificios de apartamentos. Una señora salió a su patio y nos saludó, Merhaba! Y al fin, llegamos. Pero para qué correr? Lloviznadas, con frío y dolor de pies, es hora de compensar la caminata con un par de baclavas y un café turco- o dos-- en la placita frente a la entrada. Y luego, pagamos los 10 de rigor y entramos por el parekklesion, que se usaba como capilla mortuaria, con sus frescos de la virgen María y el niño Jesús, el juicio final, y mi favorito: un Jesús "dinámico" (citando a un guía), que acaba de romper las puertas del infierno y está sacando a Adán, con su brazo derecho, de su tumba, y con su brazo izquierdo a Eva. Bajo la cúpula de la Virgen María está enterrado Theodoro Metochitas, quien patrocinó los mosaicos y frescos en el siglo XI. Es la historia de la cristiandad en brillantes imágenes - que se conservaron porque al invadir la ciudad, los musulmanes las cubrieron con repello! Ahora restaurados, son uno de los mejore ejemplos de arte bizantino. Mi favorito, el mosaico de la entrada, que muestra a Teodoro de rodillas, ofreciendo la iglesia a Jesucristo. Y no es para menos: Teodoro llevó una vida intensa, siendo uno de los allegados del emperador, pero al final de su vida cayó en desgracia, perdió todo, y sólo le quedó un lugar donde refugiarse y terminar sus días: St. Savior.

Y para terminar el día con más fuego que ruinas, en la noche fuimos a un show de bellydancing en el Kervansaray, un teatro/restaurante pequeño al lado del hotel Hilton. Estuvo sorprendentemente bueno: comida rica y el baile nos impresionó, sobre todo esta bailarina con la panza más contorsionable que he visto!

AP.